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miércoles, 3 de octubre de 2012

Eva y Peter Pan -Capítulo 1-

- LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON -

Viajo por el mundo de los sueños en busca de un lugar bonito, pero mis sueños siempre son los mismos. En todos mis sueños aparezco yo, metida y convertida en una de las protagonistas de mis libros.
El otro día me sorprendí siendo Blancanieves, estaban los enanitos y el bosque. Era hermoso y brillante, con todo tipo de flores de vivos colores. Pero apareció la bruja y me dio a probar una manzana, sabía que no debía y me que pasaría lo que yo ya sabía. El mundo de la inconsciencia es malvado y comí de la manzana, un solo bocado y caí rendida al suelo.
Fue la mayor alegría de mi vida cuando mi madre me despertó para ir al instituto, ¡el príncipe azul estaba a punto de besarme! Después de eso le dí un enorme beso a mi madre y ésta se quedó mirándome como si me hubiese vuelto loca.

Pero hoy es distinto, les he contado a mis hermanos el cuento de Peter Pan y cuando he caído dormida ¡soy Wendy!  Según avanza la historia mis pensamientos son más directos, ¿Wendy era tonta o qué? Siempre me he preguntado por qué no se quedó con Peter Pan, sé que no era tan guapo como la gente relata y que era un estúpido, pero igualmente, ¡en Nunca Jamás no envejeces! Nunca comprenderé por qué Wendy no se quedó con él, yo lo daría todo por vivir allí, pero sin Peter.

-Eva, Eva...
-¡Déjame Sergio! -Le replico sin elevar mucho la voz. Estaba en medio de mi sueño pero menos mal que me ha despertado, ¡porque estaba a punto de besar a Peter!
-Pero es que Miguel tiene miedo otra vez y tenemos que bajar a la cocina... -Siempre igual, Miguel tenía cinco años solamente y era normal que tuviera un poco de miedo, pero Sergio ya tenía sus diez años y no era muy lógico que se cagara con cualquier cosa.
-Veeeenga, vamos.

Cogí a mis dos hermanitos de la mano y, soñolienta, les acompañé a la cocina. Cuando llegamos resultaba que sólo tenían sed y maldecí por lo bajo. Salimos y oí como mis padres estaban hablando con mi tía.

-Me llevaré a la chica aun que no queráis. –Hablaba mi tía y sé que se refería a mí. –No es normal que a sus 15 años esté aquí rodeada por sus hermanos y sin una educación digna de una dama.
-Emily, ya te hemos dicho millones de veces que no te vas a llevar a nuestra hija. -Mi padre parecía enfadado y levantaba un poco la voz.
-Eduardo, TÚ hija no puede quedarse aquí, me la llevaré a París, estudiará en un excelente instituto, conocerá a un chico con dinero, se casará y tendrá dos hijos como mucho. -Ya sabía que mi tía tenía preparado mi futuro desde que cumplí los seis años, pero nunca me hice a la idea de que un día tuviera que viajar con ella a París. La odio.

-¡Qué no te vas a llevar a mi hija! -Parecía que mi padre intentaba calmarse y seguir hablando con normalidad. -No puedes planear la vida de MI hija, para eso somos nosotros lo planes.
-¡No ves que me la tendría que haber llevado hace muchos años!
-Por Dios tía... -Suspira mi madre.
-¡¡Estamos en el siglo XXI no en el diecisiete, de donde vienes tú!! -Esta vez mi padre había alzado la voz y mi madre se lo dijo, pero yo ya tenía prevista mi entrada.
-Cariño, despertarás a los niños...
-Ya estamos despiertos mamá. -Digo yo entrando por la puerta del salón, son una gran mueca en el rostro.
-Ah querida sobrina, estábamos planeando tú viaje a París. He encontrado una Academia solo para chicas llamad...
-No quiero oírte.
-¿Cómo?
-Lo primero es que mis padres no han aceptado, y lo segundo es que -me acerco a ella -: NO ME VOY A IR CONTIGO A PARÍS, NI HA HACER LA VIDA QUE TÚ TIENES PLANEADA PARA MÍ MUCHO ANTES DE QUE YO TUVIERA USO DE RAZÓN.

Cuando terminé de soltarle todo lo que pensaba a la cara mi tía se fue a su asquerosa casa y mi madre y yo subimos a mi habitación. Bueno en realidad era una habitación enorme en la que dormía con mis hermanos, pero me gustaba decir que era mía.

Mi madre me pidió que me tranquilizara y me hizo gracia que ella pensaba que me había dado un ataque de nervios, pues yo estaba de lo más tranquila. Me dormí y esperé no soñar más mientras esperaba que se hiciera de día de una vez.

~ ~ ~

Cuando el sol empezó a salir decidí despertarme pronto, hoy era el último día en el instituto y quería ir decente. Me peiné mi pelo castaño claro y me puse una camiseta de Pionlín acompañado con unos pantalones vaqueros, estábamos en otoño y pronto vendría la nieve, pero yo llevaba camiseta corta siempre.

Cuando llego la hora de irnos no presté atención a muchas de las despedidas que nos hicimos mutuamente compañeros, profesores, amigos y demás. Yo sólo deseaba volver a casa y que se hiciera de noche. Era mi momento favorito y mis hermanos no se podían perder ni uno de mis cuentos. Esta noche tocaba Cenicienta. Sé que es un cuento un tanto viejo pero es que a Miguel le encanta, y como me iba a negar.
Les llamo después de la cena y nos reunimos donde siempre, al lado de la ventana de nuestra habitación. Empiezo a contar la historia y parecen tan hipnotizados por ella que no se dan cuenta de que un ruido extraño a sonado fuera de la ventana. Paso de ello, de momento, y sigo contándoles el cuento hasta que se duermen y se acuestan.
Ha llegado la hora de descubrir que ha sido ese ruido que me ha tenido distraída durante todo el cuento